miércoles, 29 de enero de 2014

LA WEB CANCELA EL SEXO


Il web cancella il sesso: «I diciottenni non fanno più l’amore»
L’allarme dell’andrologo padovano Carlo Foresta: «I teeenager di oggi preferiscono il web al contatto sessuale diretto»

Tanto internet e poco sesso per i diciottenni di oggi. È l’allarme lanciato dal professor Carlo Foresta nell’ambito della presentazione del Progetto andrologico permanente, tenutasi ieri mattina a palazzo Moroni. Dieci anni di ricerca sui fattori di rischio del sistema endocrino-riproduttivo e più di 7.257 giovani intervistati per una campagna di prevenzione che coinvolgerà anche quest’anno quarantotto istituti scolastici della Provincia.

Gli studi del team coordinato da Foresta hanno evidenziato una serie di problemi sociologici che hanno influito sull’atteggiamento sessuale. Primo fra tutti l’utilizzo di internet come unica fonte di informazione: otto ragazzi su dieci, infatti, hanno dichiarato di basare la propria “cultura sessuale” sulla ricerca su Google. «Internet è un mezzo potentissimo ma può diventare altrettanto pericoloso» ha sottolineato Foresta. «I ragazzi preferiscono l’esperienza multimediale al contatto sessuale diretto. E se da una parte sono aumentati i casi di Sexual addiction (ipersessualità) per l’uso spropositato di materiale pornografico, dall’altra i giovani non hanno più voglia di fare l’amore».

I dati sono preoccupanti: nel 2013 il desiderio ipoattivo è stato evidenziato nel 10,3 % dei casi di disturbo della funzione sessuale, contro l’1,7 % del 2004. Il 60% dei diciottenni, inoltre, ha già avuto esperienze sessuali complete, con un’elevata percentuale di rapporti non protetti. Rispetto al 2004 è cambiato pure lo stile di vita: l’87 % degli intervistati fa consumo di alcol, il 40 % fuma (31% nel 2004) mentre il 72% ha provato almeno una volta hashish e marijuana, con una lieve riduzione nell’assunzione delle droghe “pesanti”.


Il Progetto andrologico permanente, sostenuto dalla Provincia, dall’Università e dall’Ufficio scolastico provinciale, proporrà inoltre una rivoluzionaria campagna di sensibilizzazione contro la violenza sulle donne, partendo dall’educazione del maschio. Ed è un tema che Carlo Foresta tratterà con particolare attenzione al Convegno che si terrà oggi pomeriggio nella sala Rossini del Pedrocchi: «La nostra intenzione è insegnare agli uomini a sconfiggere l’atteggiamento di superiorità e prevaricazione nei confronti della donna» ha aggiunto. «La violenza è un problema del maschio e l’educazione deve partire direttamente dai banchi di scuola. La nostra campagna vuole formare un giovane consapevole e coerente che abbia un rapporto equilibrato e paritetico con il mondo femminile. Il segreto sta nel riconoscimento delle differenze. Ribadisco il concetto con un piccolo riferimento shakespeariano: se salviamo Otello, possiamo salvare anche Desdemona».

LA WEB CANCELA EL SEXO
Un estudio sobre hombres adolescentes que prefieren no tener relaciones sexuales

Un estudio realizado por el profesor Carlo Foresta de la Universidad de Padova llega a la conclusión que los jóvenes de 18 años prefieren el internet a las relaciones sexuales físicas. Desde hace diez años que investiga sobre los factores de riesgo del sistema endocrino reproductivo masculino, ha realizado el estudio en más de 7.257 jóvenes entrevistados para una campaña de prevención que iniciarán este año en 40 Institutos de la Provincia de Padova.

Los estudios del grupo coordinados por el doctor Foresta han evidenciado una serie de problemas sicológicos que han influido en el comportamiento sexual. En primer lugar el uso de internet como única fuente de información: ocho jóvenes de diez han declarado de basar su propia cultura sexual en la búsqueda a través de Google.

“Internet es un medio potente, pero puede convertirse en peligroso”. Ha enfatizado Foresta. “Los jóvenes prefieren la experiencia virtual al contacto sexual directo y si por una parte han aumentado los casos de adicción sexual por el uso desproporcionado de material pornográfico, por otra parte los jóvenes ya no tiene deseos de “hacer el amor”.

Los datos son preocupantes, en el 2013 la baja actividad de deseo sexual fue de un 10.3% en el caso de los desordenes de funciones sexuales, a diferencia del 1,7% del 2004. El 60% de los jóvenes de 18 años ya han tenido experiencias sexuales completas, con un elevado porcentual de relaciones sin protección.

En relación al 2004 han cambiado los comportamientos en cuanto al estilo de vida. El 87% de los entrevistados consumen normalmente alcohol, el 40% fuma (30% en 3l 2004), el 72% han probado al menos una vez drogas como la marihuana o el hashish, y ha habido una leve reducción en cuanto al consumo de drogas “duras”.

El proyecto andrológico permanente sostenido por la provincia de Padova, la Universidad y el departamento escolar provincial propondrá una campaña de sensibilización contra la violencia a la mujer, partiendo de la educación al varón. Para este objetivo se están realizando conferencias y convenciones en la ciudad.


“Nuestra intención es enseñar a los hombres a dejar de lado la actitud de superioridad y prevaricación con respecto a la mujer. La violencia es un problema del varón y la educación debe partir directamente de las aulas de clase. Nuestra campaña desea formar un hombre con conciencia y coherente que tenga una relación equilibrada y par con el mundo femenino. El secreto está en el reconocer las diferencias”.

Sofia Casanova


Junto con Emilia Pardo Bazán y Concha Espina, la gallega Sofía Casanova forma parte de la tríada de mujeres que, en el 75 aniversario de la aparición de la revista Blanco y Negro, figuran entre los escritores, poetas y periodistas seleccionados en el especial dedicado a las letras que se publica. Entre ellos, Rafael Alberti, Antonio Machado, Ramón Gómez de la Serna, Ramón Pérez de Ayala o Juan Ramón Jiménez, un elenco importante de la cultura española. De las 33 figuras incluidas en el cuadro de honor del suplemento, solo se reseñan estas tres mujeres.
Si Pardo Bazán y Concha Espina son mujeres ampliamente conocidas en la sociedad actual, no ocurre lo mismo con Sofía Casanova, y ello a pesar de los interesantes actos, estudios y escritos realizados por particulares en los últimos años, como la biografía que escribe Rosario Martínez Martínez, o la organización de actos por parte de instituciones como, la Casa del Lector y el Instituto Polaco de Cultura que en fechas recientes hicieron un homenaje a la escritora en forma de mesa redonda. También en el último año se ha estrenado el documental A maleta de Sofía, película que narra una parte de la vida de la autora. Asunción Bernárdez Nodal, en Sofía Casanova en la I Guerra Mundial: una reportera en busca de la paz de la guerra, realiza un estudio del pacifismo en su obra, desde la óptica cristiana y desde su condición de mujer.
Sofía Casanova sin embargo fue ampliamente conocida y también reconocida por sus contemporáneos. En 1906 es elegida miembro de la Real Academia Gallega. Se la agasajó en vida. Sus conferencias fueron aplaudidas por hombres y mujeres. El hecho de ser la única española en las conflictivas Tierras de sangre, dispuesta a narrar sus peripecias, sus posturas personales frente a los conflictos, sobre todo el de la I Guerra Mundial y la Revolución rusa, hizo que fuera tratada de heroína, al convertirse como en alguna ocasión se la ha llamado en “notaria de la realidad”.
Fue una mujer culta, muy conocida en los ambientes literarios de la época. De profunda tradición católica, mantuvo posturas a favor de Franco durante la Guerra Civil Española. En diciembre de 1938, declaraba a La Voz de Galicia, con ocasión de su marcha a Varsovia, que estaba convencida de que el golpe de Estado provocado por un sector del Ejército traería momentos de desarrollo y esplendor a España: “Creo en el caudillo como se cree en un ser superior, y la suerte de España guiada por él será la más grande y más fecunda de nuestra historia”. Este apoyo, que se contradice en ocasiones con su experiencia vital y profesional, no explicaría el porqué la dictadura la olvidó después de esa manera. Ni sus novelas, ni sus poesías, ni sus artículos periodísticos, de gran agudeza en sus análisis políticos, lograron sobrevivir a la segunda mitad del siglo XX. En realidad, no lograron sobrevivir al nazismo.
 En desacuerdo con la República y profundamente monárquica, rompe con ABC, de cuya cabecera fue cronista durante la I Guerra Mundial y la Revolución rusa, cuando a la edad de 80 años manda su primera crónica después de la invasión polaca de 1939. Con gran esfuerzo por su ceguera, consigue escribir un artículo que, como única respuesta por parte del director del periódico, Luca de Tena, obtiene la negativa a publicar “nada que vaya en contra de los alemanes”. En palabras de su nieto, esta respuesta constituyó una muerte en vida. Desengañada de los suyos y atrapada en el totalitarismo que sufrió Polonia, primero nazi y después soviético, Sofía fue apagándose en su longeva y apasionante existencia.
Sofía Casanova, en realidad Sofía Guadalupe Pérez Casanova (A Coruña, España, 1861-Poznan, Polonia 1958), fue una escritora de novela y poesía, autora de obras de teatro y cartas. Fue también traductora, hablaba cinco idiomas, y publicaría además de en España, en Francia, Polonia y Suecia. Trabajos que compaginó con el periodismo, escribiendo artículos para los periódicos ABC, El Liberal, La Época y El Imparcial entre otros, y fuera de nuestras fronteras  en el New York Times o en la Gazeta Polska. Aunque Carmen de Burgos fue pionera, como mujer, en el reporterismo de guerra, al cubrir para el Heraldo de Madrid la guerra de Marruecos en 1909, Casanova lleva a cabo la corresponsalía de la I Guerra Mundial y la revolución rusa de 1917. Realiza una entrevista a Trotski, más propia de una aventurera reportera contemporánea que de una católica conservadora de su época: “Cuando hace cuatro días me decidí en secreto de mi familia a ir al Instituto Smolny, una nevada densa y callada, caía sobre San Petersburgo. Deseaba y temía ir -porqué no confesarlo- al apartado lugar donde funcionan todas las dependencias del Gobierno Popular… Obscuras [sic] las calles resbaladizas como vidrios enjabonados y completamente solitarias a aquella hora –cinco de la tarde- tras muchos tumbos encontramos un iswostchik somnoliento en el pescante del trineo…” Sofía, en compañía de Pepa, la señora que le acompañó desde Galicia en su periplo polaco, logró entrar en el Palacio Smolny sin ningún impedimento, solo el propio rechazo y el miedo que le provocaban los marxistas, entonces llamados maximalistas. Realizó la entrevista a Trotski, ministro de Asuntos Extranjeros, y a quien Sofía consideraba como la persona más interesante de las que rodeaban a Lenin.

Gran viajera, en el sentido más completo y complejo de la palabra. La oportunidad de viajar y aprender idiomas le vino al casarse con el diplomático Wincenty Lutoslawaski. Con él, noble terrateniente polaco, diplomático y filósofo, que había venido a Madrid a estudiar el pesimismo en la literatura española, y recién casada se traslada a Polonia en 1887. Desde entonces, llevará su Galicia natal en el alma, también las tertulias y reuniones literarias, a las que le había dado acceso Ramón de Campoamor, quien además fue el que le presentó a su futuro marido en una de estas reuniones. En estas tertulias, frecuentaba la amistad de Blanca de los Ríos o de Emilia Pardo Bazán. Sin embargo, su vida quedará prendida para siempre y atrapada en un país, Polonia, y, como él, padecerá y quedará presa de los totalitarismos alemán y soviético.
El hecho de vivir en primera persona los grandes conflictos de la Europa del siglo XX, la hizo tomar parte en ellos. Fue esencialmente una defensora a ultranza del nacionalismo polaco, país por el que sintió una gran admiración y devoción. Una Polonia que desde 1795 estaba fragmentada y dividida entre Rusia, Austria y Prusia, y que está de manera continua presente en sus escritos. El 7 de abril de 1916, publicaba María de Echarri en La Acción, unas palabras de la escritora, en las que Sofía trataba de enmendar la plana al cronista de prensa Schneider:
 “Siento viva satisfacción en que la causa de Polonia se conozca extensamente en mi Patria… Polonia, mayor seis veces que Bélgica, es, de todos los pueblos mínimos arrasados y engañados por los grandes en el cataclismo actual, del que menos se habla públicamente en la Europa beligerante y la de los neutrales. Yo creo que hará obra de justicia y propaganda de la verdad, quién de a conocer, al menos en las naciones neutrales, la significación internacional de Polonia, sus aptitudes de self governements, su cultura y su indomable voluntad de vida independiente… Rompa usted señor Schneider, una lanza en pro del porvenir de Polonia, pero teniendo ‘solo’ en cuenta su ‘vivo’ e ineludible interés nacional, no los intereses de los imperios centrales o del coloso ruso, que argumentan con la fuerza de sus cañones”.
También la vemos alentando a la mujer española a ocupar un lugar en la vida pública para “mejorar, suavizar y engrandecer” la sociedad. Entendiendo la importancia de la educación de la mujer en la cultura y en la sociedad de un país:  “Nada hay que dé tan exacta idea de la cultura de un pueblo como la situación que en su sociedad ocupa una mujer. La instrucción de esta, que es factor importantísimo en el desarrollo general, se cuida extremadamente en Polonia. El estudio de los idiomas forma parte principalísima del programa educativo… la gran mayoría de las educandas habla y escribe cinco y seis lenguas europeas”. Lo escribía Sofía en 1926, aún no se había proclamado la II República en España, momento en el que llegaron algunos hitos importantes para el desarrollo de la mujer española y sistema frente al cual demuestra abierto rechazo. Mucho antes, ella había fundado el Instituto de Higiene Popular y fue condecorada con la Gran Cruz de la Beneficiencia.
Horrorizada por las atrocidades de la I Guerra Mundial, que la sorprende en la hacienda familiar de Drozdovo en Polonia, y que al ser invadida por los alemanes da lugar a una diáspora familiar que la aísla de los suyos. En estas circunstancias decide dedicarse al cuidado de los heridos, en los hospitales del frente y retaguardia. Experiencia que volcará en sus artículos, crónicas y conferencias, dando a conocer los desastres de la guerra y también la importancia y la defensa del papel de la mujer en la sociedad.
Estaba convencida de que la intrusión de la mujer en el escenario público aligeraría a las sociedades de la violencia y agresividad. Una agresividad que conoce de cerca cuando trabaja para la Cruz Roja. Es entonces cuando vive una de sus peores experiencias al ser destinada, en compañía de otras enfermeras, a recoger a 700 soldados heridos en el frente de batalla. Marcha en tren a la ciudad de Skierniewice en un recorrido difícil y duro en el que los aldeanos les advertían de no poder seguir avanzando sin riesgo de caer en manos de los alemanes: “Por el lado izquierdo aparecía todo el horizonte enrojecido por el intensísimo fuego, que no cesaba ni un instante, por el lado derecho la Rusia blanca y silenciosa… Y por fin llegamos a Skierniewice. ¡Cómo estaba aquello, Dios mío! Heridos, muertos, terror”. Y sin embargo Sofía todavía recuerda con mayor horror los últimos meses de 1915: “Cuando la ola de hambrientos, de famélicos, de extenuados, no nos dejaban curar a los cuatro o cinco mil heridos que recibíamos a diario”. Por aquel entonces ella y su familia se alimentaban de pan negro amasado con paja. Por la labor que hizo en los hospitales durante la I Guerra Mundial, fue condecorada por el zar Nicolás II con la Medalla de Santa Ana.
Vivió de cerca la revolución rusa y la lucha entre los partidarios de Troski y de Lenin. Se conmovió profundamente con el asesinato de la familia del zar, con los encarcelamientos de obispos católicos, las purgas y asesinatos, todo ello la llevaría a ser una anticomunista convencida. La revolución de Octubre, además de en sus crónicas y artículos periodísticos, quedará reflejada en De la revolución rusa de 1917; La revolución bolchevista. Diario de un testigo y En la Corte de los Zares. Del principio y del fin de un imperio.
En este año que se recuerda el centenario del inicio del gran conflicto bélico que supuso la I Guerra Mundial, cabe ocuparnos de una mujer inusual para su época, una escritora y reportera atrapada en la crudeza de las grandes guerras y conflictos del siglo XX, que murió casi centenaria, ciega y olvidada  en la gélida Polonia soviética.
"Soy la única mujer española que vengo de aquellos lugares de desolación y muerte, en donde los hambrientos cavan sus fosas y en ellas se matan con sus mujeres e hijos”.

Publicado por Inspiración Femenina Tian. 

martes, 14 de enero de 2014

BREVE HISTORIA DEL COLOR ROSA

Por Clara Restrepo
 
Y de cómo por siglos era un color asexuado, antes de convertirse en uno de los estereotipos más conocidos y ligados a la mujer.
Hay cosas de hombres que las mujeres no pueden hacer y hay cosas de mujeres que avergüenzan a los hombres que las hacen. Entre ellas el usar el color rosa.
El atribuir los colores en un modo automático a niños y niñas es uno de los estereotipos más radicados y descontados ligados a la diferencia de género. Y este estereotipo tiene una historia y una evolución, como nos cuenta “El Atlantic” en un artículo de hace unos meses (retomando el libro de la histórica Jo B. Paoleti de la Universidad de Maryland titulado “Pink and Blue: Telling the boys from the girls in America”. La primera cosa que debemos saber es que la asociación entre el rosa y lo femenino viene solo en tiempos relativamente recientes y por una elección arbitraria. Por siglos, el color rosa era asexuado.
En el siglo XVIII era perfectamente normal para un hombre llevar un vestido de seda rosa con motivos florales. Los niños y las niñas hasta los 6 años los vestían con vestidos largos de color blanco sin una diferencia sustancial entre hombres y mujeres, solamente la posición de los botones. La elección del blanco era sobre todo de naturaleza práctica, los vestidos blancos y los pañales blancos de tela eran más simples para lavar y blanquear. Más que basada sobre el sexo, la distinción de la indumentaria venía dada por la edad: diferenciaba simplemente los más pequeños de los más grandes.
El rosa y el azul, junto con otros colores pastel fueron introducidos en la ropa para niños en la mitad del siglo XIX, pero no implicaban ninguna significancia de género. Una de las primeras referencias al atribuir colores al sexo se encuentra en “Piccole Donne”, “Mujercitas” de Louisa May Alcott, donde un lazo rosa es usado para identificar la mujer y uno azul al hombre. La usanza viene definida de la misma Alcott como “moda francesa”, como para decir que no era una todavía una norma reconocida en todas partes, es más, era una especie de vicio exótico.
En estos tiempos los libros para niños, los anuncios y las tarjetas de invitación por nacimiento, el papel de regalo y varios artículos de los diarios indicaban que no se trataba de una norma y que el rosa podía ser asociado tanto a los recién nacidos fueran niños o niñas. En el 1918 “Earnshaw´s Infants´Departament, revista especializada en vestidos para niños especificaba que la regla comúnmente aceptada era que el rosa fuera para los niños y el azul para las niñas. Esto porque el rosa es un color más fuerte y decidido, más adaptado a un hombre, mientras que el azul era más delicado y gracioso, y más adaptado a las mujeres. El rosa venía visto más cercano al rojo (color fuerte y viril ligado a los héroes de batalla) mientras que el azul venía mas asociado al color del velo que representa a la Virgen María. En 1927 la revista Time publicó un gráfico que confirmaba esta tendencia y mostraba los colores más apropiados para hombres y para mujeres según los principales productores y vendedores de vestimenta en los Estados Unidos.
Entre los años treinta y cuarenta las cosas empezaron a cambiar, los hombres comenzaron a vestirse con colores siempre más oscuros, asociados al mundo de los negocios, para distinguirse de las gamas claras percibidas como más femeninas y ligadas a la esfera doméstica.
La vestimenta de los niños y de las niñas empezó a diferenciarse siempre en edades más pequeñas también por la difusión de la creciente teoría de Freud ligada a la sexualidad y a la distinción de género. Nos encontramos todavía en una fase incierta durante varias décadas, hasta la segunda guerra mundial los colores continuaron a ser utilizados de una manera intercambiable.
No es claro, como a cierto punto, en los años cincuenta, viene una precisa asignación de los colores: “podía haber sido diferente, fue una elección arbitraria” explica Jo B. Paoletti. El rosa termina por identificar a las mujeres y aparece omnipresente no solo en la vestimenta, también en los bienes de consumo, en los electrodomésticos y en los automóviles. La muñeca Barbie fue introducida en el mercado precisamente en estos años y consolidó la feminización del rosa. Un ejemplo se encuentra también en la película Funny Face de 1957, cuando un personaje inspirado en la célebre periodista de moda Diana Vreeland dedica al color rosa un número completo de su revista.
El rosa asociado a la feminidad fue fuertemente criticado durante los años sesenta y setenta con la difusión del movimiento feminista y la puesta en discusión de los roles tradicionales de género. Las mujeres iniciaron a utilizar estilos más neutros, privados de detalles asociativos al sexo. Paoletti en su libro hace notar que la crítica de las feministas no era tanto hacia el color rosa, sino porque hacía referencia a la esfera infantil. En uno de los estereotipos más importantes para el movimiento de las mujeres de la época “la mistica della femminilità”, Betty Friedan trató de dar una explicación al “problema inexpresivo” que hacía infelices y depresivas a las mujeres americanas de los años sesenta. El color rosa, en este ensayo, viene nombrado solo dos veces, cuando se habla de la “mujer infantil” que se mantiene en casa como “una niña entre sus hijos, pasiva, sin ningún control sobre su propia existencia”. Muy apreciado fue en esos mismos años y no solo por el mensaje ambientalista el comic de los “Barbapapá” donde no era casual que el padre fuera de color rosa y la madre de color negro.
Fueron los años ochenta los que impusieron definitivamente la idea de los colores que marcadamente señalaban el género pertenencia del niño o de la niña. En estos años desparecieron los vestidos unisex y se impusieron definitivamente una serie de estereotipos ligados a la infancia y al mundo de los juguetes: soldaditos y juegos de construcción para los niños, muñecas y ollitas para las niñas. Fue importante también la difusión de la diagnosis prenatal y de la consecuente posibilidad de descubrir el sexo antes del parto. A este punto, explica Paoletti, tuvieron la mejor estrategia de marketing.