lunes, 13 de mayo de 2013

PERSPECTIVA FEMENINA PARA LA EDUCACIÓN

En muchas ocasiones hemos insistido en la importancia que tiene la formación y la educación de la mujer. Esto no lo decimos en vano puesto que creemos que el hecho de que la mujer se forme, puede suponer el dejar atrás los tiempos en los que hemos sido seres inferiores, incluso esclavas.

Esta educación abarca todas las facetas que podamos imaginar: desde la cultura clásica a la informática; desde los idiomas a la artesanía; desde la filosofía a la mecánica. Cualquier cosa que la mujer pueda aprender va a favorecer su desarrollo.

Hoy día, en el mundo occidental, la mujer tiene libre acceso a la formación. De hecho, en la mayoría de las universidades el porcentaje de mujeres supera al de varones. Sin embargo, nos encontramos con algunos obstáculos que nos gustaría analizar. Sin pretender abarcarlos todos, podríamos comenzar por el hecho de que la formación que nos ofrecen las instituciones está basada en la cultura masculina y dirigida hacia el mundo masculino (que ha sido el receptor clásico). Por tanto, es una formación basada en la razón y la lógica, la ciencia y lo demostrable, casi exclusivamente. Éste es un campo en el que la mujer se mueve con más dificultad que el varón, pero que ha aceptado como única posibilidad.


Tenemos que empezar a considerar otras formas de conocimiento. Por ejemplo, el conocimiento intuitivo, el conocimiento no razonado, es tan válido como el intelectual, y más propio de lo femenino. Sin desdeñar lo intelectual, abramos nuestro zoom para que quepan otras posibilidades.

También clásicamente, los intereses de la mujer han ido hacia otros caminos, y esto sigue gravitando sobre nosotras. Es raro que a una mujer le interese saber cómo funciona el coche que conduce, o cómo se cambia el aceite de su motor. Nuestra curiosidad no ha sido educada para que nos interese todo sino que ha sido dirigida por la sociedad. Esto es un gran escollo, puesto que si algo no nos despierta curiosidad, va a ser difícil que lo aprendamos, y nos va a costar mucho esfuerzo.


Deberíamos interesarnos por todo aquello que estamos utilizando, y conocer lo básico para no tener que depender siempre del varón. Si seguimos con el ejemplo del coche, deberíamos saber cómo se cambia una rueda, o qué es el líquido de los frenos. Que luego nos la cambian, pues estupendo, pero no quedarnos como tontas en la carretera porque hemos tenido un pinchazo.


Otro escollo con el que nos encontramos es la edad: La sociedad tiene previsto que la mujer cumpla un papel dentro de la familia y, aunque las cosas hayan cambiado mucho en un siglo, frecuentemente seguimos pensando que, a determinada edad, ya no estamos capacitadas para aprender cosas nuevas. Este error es muy grande y más cuando vivimos en un mundo que no deja de cambiar y de evolucionar a un ritmo vertiginoso.


Nunca es tarde para aprender. La capacidad de aprendizaje no tiene fecha de caducidad, y para avalar este concepto, existen numerosos estudios científicos que así lo demuestran. Podemos y debemos seguir aprendiendo, la evolución de la mujer nos lo exige.

Esta formación nos va a proporcionar también medios con los cuales podremos educar a nuestros hijos en un sentido más liberador; vamos a poder dotarlos de recursos para poder emprender un camino con más oportunidades.

De nuestra formación depende nuestro bienestar como personas dignas que viven en un mundo masculino –de momento-. De nuestra formación depende el poder optar por un cambio a un mundo en donde lo femenino pueda aportar sus ideas.